Si usted hubiera vivido en la época en que los grandes maestros espirituales iniciaron su prédica, no los hubiera reconocido porque no tenían aspecto de hombres religiosos. Eran mensajeros del monte Merú: de la misma mente humana que los disparo hacia el mundo. Sin ellos, hubiera quedado el ser humano a merced de las tinieblas de su propia mente.
─ Excelencia interrumpió Yuri, ¿cómo es esto de que la mente dispara mensajeros al mundo?
─ Los seres vivos crean sus defensas. Imagine a la mente como un ser vivo. Imagine que está al borde de la locura. Entonces, desde las luminosas cumbres del monte Merú volarán los mensajeros. Serán los portadores de la luz. Ellos mismos son los que guían a la mente luego de la separación del cuerpo físico, cuando sobreviene la ilusión de la muerte.
El informe Tókarev, Salvatore Puledda