Jornadas de Experiencias.
Queridas amigas,
queridos amigos, peregrinos y visitantes del Parque Punta de Vacas. Quisiera
tocar el núcleo principal de estas jornadas que está dado por la Reconciliación como
experiencia espiritual profunda. Pero sé que sabrán perdonarme si hago un rodeo
postergando el tema por unos minutos, a fin de ambientar esta situación un
tanto extraordinaria que estamos viviendo.
Solamente cuatro
veces en casi cuarenta años, nos hemos comunicado publicamente desde aquí,
desde este desolado paraje montañoso. La primera vez lo hicimos en 1969. Y hoy
vemos unas estelas grabadas en distintos idiomas, que recuerdan lo dicho en
aquella oportunidad. Allí está la síntesis de un sistema de pensamiento y
acción que se fue expresando de distintas maneras, en distintos tiempos y en
distintos lugares del mundo. En aquella época se habló de las diferencias que
existían entre el dolor físico y el sufrimiento mental. Y se consideró a la Justicia y a la Ciencia , volcadas
totalmente hacia el progreso de las sociedades, como únicos caminos para
mitigar y hacer reroceder el dolor de nuestros cuerpos. Pero ocurría con el
sufrimiento mental, distinto al dolor físico, que no se lo podía hacer
desaparecer por el solo concurso de la Justicia y de la Ciencia. El contínuo
empeño aplicado en hacer avanzar la
Ciencia y la
Justicia en las sociedades humanas dignificaba a las mejores
causas. Igualmente, al tratar de vencer el sufrimiento mental, se hacía un
esfuerzo tan importante como el aplicado en vencer el dolor. Desde entonces
predicamos que los esfuerzos para superar el dolor y el sufrimiento son los más
dignos esfuerzos de la empresa humana.
Con cientos de
miles de amigos entrañables, nos dimos a la tarea de humanizar la Tierra. ¿Qué ha sido para
nosotros "Humanizar la
Tierra "? Ha sido poner como máximo valor la libertad
humana y como máxima práctica social la no discriminación y la no violencia. Al
tratar de humanizar la Tierra
no nos excluíamos de las obligaciones que reclamábamos a otros. De hecho, nos
imponíamos como norma de conducta la exigencia de tratar a los demás como
queríamos ser tratados. Ahora hemos propuesto hacer un alto en el camino de la
humanización para refllexionar sobre el sentido de nuestra existencia y de
nuestras acciones. Hemos peregrinado a este paraje desolado buscando la Fuerza que alimente nuestra
vida, buscando la Alegría
del hacer y buscando la Paz
mental necesaria para progresar en este mundo alterado y violento. En estas
Jornadas estamos revisando nuestras vidas, nuestras esperanzas y también
nuestros fracasos con el fin de limpiar la mente de toda falsedad y
contradicción. Tener la oportunidad de
revisar aspiraciones y frustraciones es una práctica que aunque fuera por una
sola vez en la vida, debería efectuar todo aquel que busca avanzar en su
desarrollo personal y en su accion en el mundo. Estos son días de inspiración y
reflexión. Estos son días de Reconciliación. Reconciliación sincera con
nosotros mismos y con aquellos que nos han herido. En esas relaciones dolorosas
que hemos padecido no estamos tratando de perdonar ni ser perdonados. Perdonar
exige que uno de los términos se ponga en una altura moral superior y que el
otro término se humille ante quien perdona. Y es claro que el perdón es un paso
más avanzado que el de la venganza, pero no lo es tanto como el de la
reconciliación.
Tampoco estamos
tratando de olvidar los agravios que hayan ocurrido. No es el caso de intentar
la falsificación de la memoria. Es el caso de tratar de comprender lo que
ocurrió para entrar en el paso superior de reconciliar. Nada bueno se logra
personal o socialmente con el olvido o el perdon. ¡Ni olvido ni perdon! porque
la mente debe quedar fresca y atenta sin disimulos ni falsificaciones. Estamos
considerando ahora el punto más importante de la Reconciliación que
no admite adulteraciones. Si es que buscamos la reconciliación sincera con
nosotros mismos y con aquellos que nos han herido intensamente es porque
queremos una transformación profunda de nuestra vida. Una transformación que
nos saque del resentiminto en el que, en definitiva, nadie se reconcilia con
nadie y ni siquiera consigo mismo. Cuando llegamos a comprender que en nuestro
interior no habita un enemigo sino un ser lleno de esperanzas y fracasos, un
ser en el que vemos en corta sucesión de imágenes, momentos hermosos de
plenitud y momentos de frustración y resentimiento. Cuando llegamos a
comprender que nuestro enemigo es un ser que también vivió con esperanzas y
fracasos, un ser en el que hubo hermosos momentos de plenitud y momentos de
frustración y resentimiento, estaremos poniendo una mirada humanizadora sobre
la piel de la monstruosidad.
Este camino hacia
la reconciliación no surge espontaneamente, del mismo modo que no surge
espontaneamente el camino hacia la no violencia. Porque ambos requieren de una
gran comprensión y de la formación de una repugnancia física por la violencia.
No seremos
nosotros quienes juzgaremos los errores, propios o ajenos, para eso estará la retribución humana y la
justicia humana y será la altura de los tiempos la que ejercerá su dominio,
porque yo no quiero juzgarme ni juzgar... quiero comprender en profundidad para
limpiar mi mente de todo resentimiento.
Reconciliar no es
olvidar ni perdonar, es reconocer todo lo ocurrido y es proponerse salir del círculo
del resentimiento. Es pasear la mirada reconociendo los errores en uno y en los
otros. Reconciliar en uno mismo es proponerse no pasar por el mismo camino dos
veces, sino disponerse a reparar doblemente los daños producidos. Pero está
claro que a quienes nos hayan ofendido no podemos pedirles que reparen
doblemente los daños que nos ocasionaron. Sin embargo, es una buena tarea
hacerles ver la cadena de perjuicios que van arrastrando en sus vidas. Al hacer
esto nos reconciliamos con quien hayamos sentido antes como un enemigo, aunque
esto no logre que el otro se reconcilie con nosotros, pero eso ya es parte del
destino de sus acciones sobre las que nosotros no podemos decidir.
Estamos diciendo
que la reconciliación no es recíproca entre las personas y también que la
reconciliación con uno mismo no trae como consecuencia que otros salgan de su
círculo vicioso aunque se pueden reconocer los beneficios sociales de semejante
postura individual.
El tema de la
reconciliación ha sido central en nuestras jornadas pero seguramente otros
muchos avances habremos logrado al peregrinar fisicamente en un paisaje
desconocido que habrá despertado
paisajes profundos. Y esto siempre será posible si el Propósito que nos mueve a
peregrinar es una disposición hacia la renovación, o mejor aún, una disposición
hacia la transformación de la propia vida.
En estos días
hemos pasado revista a las situaciones que consideramos más importantes en
nuestra vida. Si hemos localizado tales momentos y hemos paseado por ellos la
reconciliación limpiando los resentimientos que nos atan al pasado, habremos
hecho una buena peregrinación hasta la fuente de la renovación y la
transformación.
No olvidemos las
pequeñas frases que han surgido en nuestro interior, no olvidemos las
ocurrencias que nos han llegado subitamente, no dejemos de anotar algunas
verdades que hemos logrado barruntar por que las hemos visto danzar brevemente
en nuestro caminar o porque las hemos visto en nuestros sueños reparadores
después de nuestro peregrinaje. Estas frases, estas ocurrencias y estas
verdades danzarinas son inspiraciones que estamos prestos para agradecer y son
inspiraciones que nos invitan a ir más allá en nuestras experiencias no
solamente de reconciliación sino de superación de las contradicciones, de las
debilidades y de los temores.
Hago votos para
que las búsquedas y los encuentros nos inflamen y nos motiven muy
profundamente.
Para teminar debo
decir que reconozco y quiero compartir con todos esta situación que es similar
a la que hemos descrito en una de nuestras Experiencia Guiadas...” Regreso al
mundo con la frente y las manos luminosas. Así pues, acepto mi destino. Allí
están el camino y yo, humilde peregrino que regresa a su gente. Yo que vuelvo
luminoso a las horas del día rutinario, al dolor del hombre, a su simple
alegría. Yo que doy de mis manos lo que puedo, que recibo la ofensa y el saludo
fraterno, canto al corazón que del abismo obscuro renace a la luz del ansiado
Sentido”.
Silo Punta de Vacas 2007.
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